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Celdas de Alcatraz. SAN FRANCISCO, CA

Hoy abandonamos Frisco. Tras dejar nuestro hotel de Chinatown, cargamos todos los bártulos en el coche y nos dirigimos hacia el Pier 33, desde donde sale el ferry a la isla de Alcatraz. Nosotros vamos con Alcatraz Cruises. El muelle es un hervidero de gente; no en vano, el presidio es uno de los lugares más visitados de la ciudad.

Patio de la cárcel, reconocible en películas como Fuga de Alcatraz, con Clint Eastwood.

Tras 15 minutos de travesía llegamos a la Roca. Existe la posibilidad de recoger a la entrada unos cascos con una audioguía en español, algo sumamente recomendable y que además es gratis. La narración está hecha para realizar la visita en 45 minutos, tiempo más que suficiente para empaparse de su historia a través de cuatro presos y cuatro carceleros reales de la época (permaneció abierta 29 años, hasta su cierre en 1963), que te meten de lleno en la vida diaria de la cárcel, con anécdotas y curiosidades.

La visita es muy interesante y cuenta con el plus de que, si te gusta el cine, reconocerás rápidamente los pasillos, celdas, patios, torres y demás estancias que han aparecido en decenas de películas.

Recreación de las celdas de algunos presos de la época.

Tras coger el ferry de regreso a SF, hemos recogido el coche y nos hemos dirigido a cruzar la «Puerta Dorada», difuminada bajo una espesa bruma (este fenómeno se repite especialmente en verano, cuando el viento caliente del interior de California entra en contacto con el aire húmedo procedente del océano). Es una sensación difícil de explicar la que sientes conforme avanzas por este icónico puente, que cuenta con 3 carriles en cada sentido. Un apunte: para salir de San Francisco no hay que pagar peaje pero para entrar sí.

Última vista del Golden Gate antes de seguir hacia Sausalito. Goodbye, SF!

Aprovechamos para parar en un par de miradores de la vertiente norte y tomar las últimas instantáneas antes de ir hacia Sausalito, ahora que se ha levantado un poco la niebla. El trayecto parecía Verano Azul, con un montón de turistas en bicicleta.

Sausalito es un pueblo con mucho encanto, pero el aluvión de «domingueros» estropea tan bella estampa. Teníamos curiosidad por ver las famosas casas flotantes y la verdad es que son una pasada. Hay de todos los colores y formas, algunas de lujo y otras más hippies. La pena es que la mayoría de los muelles son privados, se ve que los propietarios se han hartado de ver gente deambulando por allí.

Casas flotantes en Sausalito, espectaculares.

Las hay para todos los gustos…

Tras un largo paseo por el puerto deportivo hemos salido hacia Oakdale, un pueblecito cercano a Yosemite, el parque en el que mañana lo daremos todo, pero antes hemos pasado por Muir Woods para ver las secuoyas gigantes. El problema es que el aparcamiento estaba lleno y había coches aparcados en la carretera hasta varios kilómetros (hoy es domingo), así que hemos tenido que desistir.

Una vez superada esta pequeña decepción, hemos seguido nuestro camino. A la orilla de la carretera hemos visto varios puestos de frutas –es muy típico aquí ver chambaos al lado de los propios cultivos– y hemos decidido comer algo de lo que allí ofrecían, pagando claro. ¡Recién cogidas del campo y deliciosas!

Tras preguntar en varios moteles, por fin hemos conseguido alojamiento en un tal Jerry’s Motel, que a juzgar por el personaje que lo regenta así debe ser la habitación, pero como no hay más donde elegir y el precio no es malo, pues hemos decidido quedarnos. Al menos tiene “waifi”, como dicen por aquí. Mañana estaremos en Yosemite, último gran parque que visitaremos. Ya va quedando menos…

La naturaleza salvaje de Yosemite es impresionante, incluso en verano.

La aventura comienza temprano camino de Yosemite. Teniendo en cuenta que los turistas aquí salen de debajo de las piedras y que es uno de los Parques Nacionales más visitados, decidimos anticiparnos para evitar colas a la entrada. La entrada cuesta 20 dólares y es válida durante 7 días.

Además, también es uno de los más extensos y las distancias dentro son enormes. Nosotros vamos a estar día y medio, pero para verlo con calma lo ideal son 3-4 días. Es alucinante la cantidad de miradores que tiene. Conforme avanzamos con el coche vamos realizando una parada tras otra. Yosemite tiene varias cascadas de gran altura pero en esta época del año llevan tan solo un pequeño hilo de agua; en primavera, tras el deshielo, debe ser espectacular.

El agua está muy presente en todo el parque…

Dentro del parque hay abundantes cursos de aguas tranquilas y transparentes y, en algunos de ellos, hay pequeños bancos de arena a modo de playas, donde la gente aprovecha para tomar el sol y darse un chapuzón; algunos incluso ponen la sombrilla. Hemos visto también gente con hinchables y neveras y hay barbacoas en el propio complejo (enterradas en el suelo y alejadas de los árboles, para evitar los incendios), con su correspondiente merendero.

Durante la jornada visitamos los lugares más emblemáticos del parque: El Capitán, Half Dome, Tunnel View, Glacier Point…

El Capitán, una inmensa mole de piedra que sobresale en el valle.

Half Dome, la formación rocosa más característica de Yosemite.

Las cajas verdes junto a las tiendas son los baúles antiosos.

Los baúles verdes junto a las tiendas son anti osos.

Sobre las 17h decidimos poner rumbo al alojamiento que tenemos reservado en el valle, en Curry Village. Teniendo en cuenta el precio, 116 dólares, debería ser una habitación de lujo, pero es una simple tienda de lona. El caso es que dormir dentro del parque es carísimo y hay que reservar con mucha antelación. Lo que pasa es que con las distancias por carretera que hay dentro del propio parque compensa alojarse aquí. Además, el hecho de poder contemplar las estrellas desde el parque es un extra que pagamos con gusto, aunque no deja de ser curioso que esta tienda sea más cara que la suite de lujo que tenemos reservada para Las Vegas para los próximos días 😦

Una de las "playas" del parque.

Una de las «playas» del parque.

En la puerta de cada tienda hay una especie de baúl metálico “anti osos” que sirve para guardar la comida por las noches; de hecho, hacen especial hincapié en que no se dejen alimentos dentro de la tienda y del coche. Los contenedores del camping cuentan con el mismo sistema de protección anti osos. La dirección insiste mucho en el peligro que conlleva dejarse la comida por ahí porque los osos tienen no sé cuántas veces más olfato que el ser humano. En un video que hay puesto en la recepción se ve a más de un osezno destrozando un coche para robar una bolsa de patatas fritas, glups.

Las carreteras que atraviesan Yosemite cuentan con unas vistas espectaculares.

Tanto es así que a partir de las 22 horas recomiendan no salir de las casetas. A eso de las 21h me acerco al supermercado del camping a comprar algo para cenar y me toca ir a tientas porque están todas las luces de la zona apagadas. La gente más acostumbrada lleva linternas, pero nosotros vamos en plan dominguero, así que intento no pisar a ninguna ardilla por el camino. Otra cosa, por las tardes evitad estar dentro de la tienda, hace un calor de muerte, sólo tienen un radiador para el invierno.

En fin, seguiremos informando mañana, osos mediante…